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¿Adónde, de quién, de dónde, para qué la violencia?

Corre por las redes sociales el mensaje de que “cada pedrada que recibe un antidisturbios es una derrota para nosotros”. Porque tiene unas raíces muy profundas la convicción de que la violencia engendra violencia y de que la transformación de la sociedad y la conquista de las reivindicaciones se ha de producir desde un comportamiento pacífico. Aunque bien es cierto que los movimientos sociales y el resto de la gente que está en la calle sabe que la ira ha crecido porque la injusticia y el abuso con el que se está gobernando nuestras vidas está dañando gravemente el tejido social.

Partiendo de esa aclaración, para quien le hiciera falta, el Partido Popular ha entrado en una espiral que perjudica seriamente la convivencia: cuanta más queja y protesta se produce, más silencio guarda, más se pertrecha de sus esencias tiránicas. Una falta total de respuesta, de cambio de rumbo, de sensibilidad ante los problemas de la gente que busca esconder con la denuncia y el ataque a lo que sucede en la calle.

De la manifestación más masiva de las producidas en la democracia, tal y como la han definido medios extranjeros, sin entrar en la dialéctica demagógica de los números, el 22 de marzo pasado, sólo se ha hablado de la violencia del final. Pero ya hay demasiados datos que permiten dejar fuera de toda duda a la manifestación en relación a esa violencia. Donde tampoco parece que haya dudas es en las rocambolescas directrices de los mandos (que hasta han sido protestadas por los propios policías porque han sido las que han provocado el considerable número de policías heridos), en la estrategia gobernante que provoca la violencia para que sea esa la noticia que entre en los informativos televisivos, en que infiltrados policiales alientan a los violentos, en que se caldea más a la población mostrando pruebas falsas, en no dar importancia a los manifestantes heridos cuando hay entre ellos mutilaciones. Y etcétera.

Nada, absolutamente nada de las reivindicaciones planteadas por centenares de miles de personas que piden pan, trabajo y libertad. Porque a esos planteamientos se ha regresado. Nada más que la criminalización de cualquier movimiento en contra de su poder omnímodo.

Pero el Partido Popular no se conforma con las armas que tiene, está preparando el terreno para aprobar una ley mordaza que le deje las manos mucho más libres de como las tiene hoy para reprimir al pueblo, para impedir su queja y su lamento. Por eso también ha ordenado a sus ayuntamientos que aprueben una moción que les valga a ellos como estímulo, digamos que desinteresado, para cumplir con su labor salvadora.

Ayer el pleno de mi ayuntamiento, el de Collado Mediano, aprobó esa moción con el voto en contra de los tres grupos municipales de la oposición. En un acto protocolario, que en eso consisten los plenos cuando hay mayoría absoluta de un partido, contestado por un público que sabía qué se jugaba con esa aparente decisión insustancial. Y más allá de lo protocolario, con la falta de respeto y de libertad de expresión que el caciquismo consiente y fomenta en ayuntamientos de la zona.

1 comentario en «¿Adónde, de quién, de dónde, para qué la violencia?»

  1. La respuesta tiene que ser pacífica, cívica y organizada. No hay atajos en democracia. Lo que nos falta en España no es un estallido de irracionalidad, por muy justificado que esté, sino más organización, la que no hemos tenido, o sólo minoritaria y de mala calidad, durante tres décadas. Un abrazo

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