Tras Milenio Carvalho, cuando el detective, huyendo de una acusación de asesinato, se fue a dar la vuelta al mundo con su inseparable Biscuter, y la muerte de nuestro querido Manuel Vázquez Montalbán en octubre de 2003, nos quedamos huérfanos. Por eso, la vuelta de Carvalho es tan tan importante, por ser el más popular de todos los detectives españoles; ha regresado de la mano de Calos Zanón.
Sin embargo, no confundamos los deseos. Ahora lo que se ha publicado es una novela con un personaje que conocemos, pero escrita por Carlos Zanón, que ha tardado dos años en hacerla, tras Taxi, ese novelón. El autor de Yo fui Johnny Thunders (premio internacional Dashiell Hammett 2015) ha marcado su impronta, su peculiar estilo, que a veces tiene algo de monólogo interior o escritura automática, siendo capaz aquí de conciliar con un relato tradicional de investigación de un crimen. Es una nueva novela de Carlos Zanón, escritor que considero espléndido, y no una novela de Vázquez Montalbán. Que quede claro.
Lo primero que nos sorprende y que nos comienza a ubicar en lo que vamos a leer, es que ha pasado de aquella tercera de Vázquez a la primera. No sólo de Carvalho, sino que hay un momento en que la primera persona le corresponde a La Niñata, ya muerta.
Zanón ha dicho que “Tiene muchas lecturas y van vinculadas tanto al personaje, como a su creador, como a mí mismo y, sobre todo, al momento actual, si bien éste es más un problema identitario que de identidad”. No sólo la identidad del personaje, sino la del propio país.
Es significativa la presencia de El Escritor (Vázquez), Carvalho pendiente de él, de lo que pensaría, de lo que le diría, de cómo reaccionaría… qué pensaría de las cosas que suceden hoy. Con juegos de diálogos con Vázquez o con el propio autor actual: “Es una de esas veces en que me gustaría que El Escritor me pusiera en una hoja qué diría ese Otro que no era Yo”.
La acción se sitúa en el año 2017. Sobre el argumento de la novela, es la investigación del asesinato de una abuela y de su nieta (La Niñata). Tenemos a una tipa, Amélia, a cuya abuela y hermana han matado a golpes y a la que amenazan de muerte. “la trama hace que Carvalho se mueva entre Madrid menos y, sobre todo, Barcelona”. El detective utiliza técnicas profesionales acordes con el siglo XXI, por lo que usa las nuevas tecnologías”.
A lo que se añaden subtramas detectivescas que recuerdan casos reales ocurridos en la ciudad: la muerte turbia de un mantero a manos de un guardia urbano; el robo en un piso de la zona noble de Barcelona, que acabó en carnicería; Putas encontradas muertas en los matojos en la ladera oscura de Montjuïc donde se las follaban por seis euros ciudadanos decentes de la ciudad, la inmigración ilegal con pisos patera, el drama de los narcopisos, un bullying a un adolescente. La denuncia de esa otra ciudad que no forma parte de las campañas publicitarias de sus bondades como ciudad.
Nuevos y viejos personajes: Estefanía Briongos, su actual ayudanta. Charo es poco más que una sombra a lo largo de todo el texto, una presencia invisible, querida. El entrañable, Biscuter, Biscu, centrado en la gastronomía hasta el punto de participar en un programa televisivo (MasterChef). Otros personajes, como Alfons Subirats un abogado que colabora con él, la Novia Zombie, Laura, la periodista, que le pasa información. El Gueño, Max Carbonell, el novio de Amélia, un personaje que va cobrando en importancia según pasan las páginas.
Y Carvalho, siempre en el grupo de los necios. El personaje es tan carismático y está tan connotado (gourmet, hipercrítico con la evolución sociopolítica y urbanística de la ciudad; de izquierdas… especialmente cínico). Carvalho se plantea si se está haciendo viejo o qué le pasa. Por lo tanto hay preocupaciones y reflexiones de un tipo mayor. Un tipo que, además, eligió estar solo. Con un punto lastimero y amargado para consigo mismo, sin duda más escéptico aún de lo que ya era, con brotes de cinismo; también más violento y mujeriego. “El humor del detective, la ternura con los suyos, el odio al abusón, al matón, al poderoso, cierta conciencia de clase…”, recita Zanón. En esta nueva vida sigue odiando los libros y la música moderna.
Luego ya llega el final, pero como lector lo que has hecho ha sido disfrutar con el estilo, con la ambientación, con lo que se va sucediendo, con ese monólogo de Carvalho-Zanón.
Si no esperas leer una novela de Vázquez, seguro que te va a encantar Problemas de identidad.