Confirmo que es el cruasán a la plancha, bien untado de mantequilla y mermelada, lo que me despierta la memoria, y con ella el sentido crítico, además de una nostalgia cargada de futuro. Porque si lo tomo es porque ando sereno, con tiempo para pasear, para pensar, para estar conmigo mismo. De nuevo en Zafra, albergado en casa de mis primas, Ana y Juani, mamás de dos criaturas encantadoras: la una, Alejandra, en etapa protestona, la otra, Gael, cuyo universo se reduce a una teta provisora. Y acogido por ese Centro de Formación de Profesores donde Nuria y el Rubio, y la estela cariñosa de Mila, a quien se espera pronto, hacen una titánica labor.
Ahora, otra vez, inundado del pesar por la metamorfosis que marca el paso del tiempo. Que cambia mal si quien lo canaliza es zopenco, que cambia con racionalidad si es persona lúcida con la perspectiva de donde viene y adónde quiere ir.
Esta reflexión que quiero compartir se refiere a la dinamización cultural, que tan escasamente se da, tengo la impresión de que en casi la totalidad de los lugares de este país, esencialmente en los pequeños municipios como el mío. Y no ha sido siempre de ese modo.
Hace días fui con mi compañera Chus a confirmar que en Cercedilla ya no funciona el maravilloso teatrillo donde disfrutamos de una actuación de nuestro querido Krahe. No podía ser de otra manera: cerrado, abandonado, con los cristales apedreados, en venta. ¡Qué dolor contemplar un espacio de esas características en ruina! Cuando en la parte de atrás se distingue aun la gloria de su pasado: “Gran Casino y Cine Montalvo”. El casino lleva tiempo siendo una discoteca que parece sobrevivir, y el cine, también teatro, nido de ratas, cúmulo de polvo envejecido, de risas enterradas.
Hace meses descubrí que Moralzarzal tiene un enorme teatro, perfectamente acondicionado, en el que nunca he sabido que ocurriera algo de interés comarcal.
Mi pueblo tenía un cine-teatro histórico que se modernizó para que los actuales gobernantes lo tuvieran más abandonado que nunca, y así desde que se hicieron con el poder local hace ya años. Como dicen que no tienen dinero no son capaces de compartir con quien sí tiene iniciativa sus posibilidades escénicas. Y para que definitivamente se muera, salvo para que la elección de la reina de las fiestas lo despierte coyunturalmente o para que alguien haga negocio con una programación comercial de cine o para dos o tres actos anuales más, suben su alquiler exageradamente, haciendo más imposible aún su acceso. Porque los que mandan en mi pueblo están en contra de la cultura, contra el arte, contra la participación de los vecinos. Corriente hegemónica hoy en mi país, ya desde hace décadas. De ahí que un espectáculo montado por las escuelas privadas de arte, música y baile, lo tengan que mostrar en otro municipio.
Actuaciones tan cenutrias hay en casi todos los rincones, cualquiera puede traerlos a colación en los comentarios.
Sé muy bien que la vida ha cambiado, y no deja de hacerlo. Los espacios han metamorfoseado en cuestiones “más prácticas”, como sucursales bancarios o comercios a la moda. Sus animadores se han agotado o han desaparecido, y no los sustituyó nadie. También reconozco que la televisión se impuso como nuevo y casi único referente vital (informativo, formativo, de entretenimiento, etc.), y el titánico esfuerzo de la gran diosa lo han fortalecido fanáticos seguidores en forma de nuevas pantallas, más asequibles, más manejables, más alienantes y más absorbentes.
Mientras, el poder lavándose las manos, contemplativo, tan contento de que los ensayos por construir personas críticas, cultas, independientes, sensibles, se hayan reducido a desesperados ghetos que anhelan revertir un proceso tan deshumanizado. Así que nadie mueve un dedo por devolver la vida a cierto sentido activo en el terreno cultural y artístico, lo que sí ocurre en el consumo, en el trabajo extra para seguir manteniendo el mismo nivel de vida, etc.
Por una parte, los políticos sólo quieren el arte y la cultura si les sirve a sus fines. Eso se aprecia cuando la cultura y el arte, la formación crítica, no forma parte de los debates electorales, de las propuestas que conviene difundir masivamente, porque apenas hay o no son valientes. Hundiéndolo, además, con el respectivo sentido que le otorgan, el de la derecha considerándolo apenas entretenimiento, la izquierda tratando de manejarlo bajo sus esquemas.
Así mal vamos. Claro que los espacios no lo son todo, pero tienen una gran importancia. Lo crucial es la voluntad política de nuestros administradores para formar personas, que ha desaparecido de los esquemas de este sistema que nos quiere conducir a grados excelsos de estupidez idiotizada. Como la suya.
Y eso que no tenían cruasán, ha tenido que ser una exquisita tostada con tomate y aceite. Sin embargo… Lloro por las librerías cerradas.
Víctor,esa tostada con tomate y aceite te ha dado la lucidez de escribir como escribes y mucho mas si has estado mirando el cielo y la tierra de mi Extremadura.El cielo se junta con la tierra muy cerca,para mi siempre ha sido algo fascinante,siempre lo llevo en mi recuerdo…..intento expresarlo bien y no puedo,ya sabes como es esta «Okupa»
Respecto a tu escrito tan aclaratorio respecto a la cultura de este país,totalmente de acuerdo contigo.Este gobierno nos ha matado la cultura,he tenido que ver en Barcelona como librerías de toda la vida en edificios históricos,han cerrado.
La juventud no tiene espacios para poder cultivarse.
Me gustaría poder expresarme mas y bien,pero ya sabes,mi mente y mis dedos están cansados.
Un abrazo muy grande desde esta bonita Bahía de Palamos.
Víctor, amigo y maestro. Últimamente tus comentarios, como el momento que vivimos son nostálgicos, tristes. Nostálgicos, por que nos han robado los sueños. Tristes, por que sentimos que no volverán. Pero hay algo. Siempre hay algo que ayuda a la gente de a pie. Ya ves,parece poca cosa pero, somos tantas, tantas personas de todas edades que sentimos la misma sensación nostálgica de otros tiempos, de otras ideas, de otras oportunidades de comunicación, de risas y esperanzas…no dejemos que muera la esperanza y el amor de las personas, que no cuesta dinero. Sueña, vive tus sueños.