Ediciones Evohé, una editorial mediana, ha publicado dos textos magistrales. El uno es el antecedente directo de El Principito, el otro son una serie de textos poéticos que se corresponden a toda una serie de cuadros de Joan Miró. Búscalos.
Se trata de la primera edición en castellano de El pequeño Pataxú, publicado inicialmente en 1929. Es un texto para disfrutar sin prisas, sin ideas preconcebidas. Un relato que parece mentira que nos haya faltado durante tanto tiempo, desde el que resulta mucho más fácil entender la aparición de la pieza cumbre de Saint-Exupéry.
Tristan Derème fue fundador de la Escuela imaginativa, junto a poetas como Francis Carco, que formaba parte de aquellos movimientos renovadores, tan valientes y sugerentes que caracterizaron los inicios del siglo XX. En esta pieza magistral está presente el amor por la naturaleza, un muy especial sentido del humor, y desde luego la elegancia, la ingenuidad y la imaginación, la fantasía. Con esos moldes construye una historia para todos los públicos, siempre que tengan ganas, y sean capaces, de incursionar la creación sin trabas.
J. Leyva es un escritor poco conocido, aunque es de los más grandes, un vanguardista de su época, premio Biblioteca Breve en 1982 con La circuncisión del señor Solo, con una obra importante jalonando su trayectoria.
Este libro, único como cada uno de los que ha publicado el autor, no se sabe muy si lo ha escrito, lo ha pintado o lo ha esculpido. Sí, son letras, son palabras, son frases y se leen, son frases como nunca se han escrito, porque lo que hace Leyva siempre es nuevo. Es creación.
En esta oportunidad ha creado mirando, contemplando cuadros de Miró. Pero no estoy seguro porque si alguno de nosotros se queda ante uno de los cuadros de Miró jamás soñaría en escribir estas páginas.
Este libro es de una belleza gigantesca.
Si este mundo no fuera como es, Leyva sería un escritor respetado, conocido, admirado, querido, insustituible. Pero este mundo rechaza a los artistas, no acepta a los creadores. El nivel cultural de este mundo es más bien chapucero, chabacano, mezquino, irrelevante.
Siempre he sabido que Picasso dibujaba muy bien, que es lo primero que es preciso conseguir para luego romper moldes, inventar lo desconocido. Sé perfectamente que es precisamente lo que hace Leyva, un profundo conocedor del lenguaje tal y como mandan los cánones. Pero si él lo conoce ha sido, desde sus principios, para enfurecerlo convirtiéndolo en una lagartija drogada, empecinada en desorbitarse lunáticamente.
Esto que hace Leyva, ¿es surrealismo? ¿Es vanguardia? ¿Estamos hablando de poesía en realidad? ¿Alguien ha dicho que son poemas? ¿Es una locura? ¿O es literatura?
Al final lo he sabido: es un mago. Leyva es un mago de la palabra escrita. Y después de leer estas páginas, y releerlas, y saborearlas, y gozarlas, y hacerme un verdadero lio con ellas, y desentrañarlas a mi manera, he redescubierto a un escritor que se recrea cada vez que termina un libro.
Dos joyas literarias, sí, que nos ha regalado una pequeña editorial que se llama Evohé.
Tomo nota. No, no lo he leído. Lo buscaré. Estoy segura que me gustará. ¿Cuadros de una exposición?
Autor: ¿J.Leiva?