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Dos novelas de Matsumoto, el Simenon japonés

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Libros del Asteroide es una editorial dedicada a descubrir a sus lectores autores contemporáneos inéditos, a recuperar pequeñas joyas literarias descatalogadas, a descubrir importantes títulos desconocidos, etc. Es la editorial que ha publicado en España dos novelas de Seicho Matsumoto (1909-1992), uno de los grandes maestros del policíaco japonés del siglo XX, principal renovador del género durante la década de los cincuenta y máximo exponente de la novela negra con trasfondo social: El expreso de Tokio (Ten to sen, 1958; Libros del Asteroide, 2014) y  La chica de Kyushu (Kiri no hata, 1961; Libros del Asteroide, 2017).

El expreso de Tokio, su primera novela larga, se publicó por entregas en una revista, y obtuvo un gran éxito, renovado en forma de libro hasta convertirse en uno de los mayores best sellers de la posguerra japonesa. Los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera aparecen una mañana en una playa de la isla de Kyushu. Todo parece indicar que se trata de un caso claro: dos amantes que se han suicidado juntos tomando cianuro. Pero hay un par de detalles que llaman la atención del viejo policía local Jutaro Torigai, algo que tiene en cuenta el subinspector Mihara de la Policía Metropolitana de Tokio, quien se hace cargo de la investigación, centrada en desbaratar las coartadas de quien señala como posible culpable.

El funcionario trabajaba en un ministerio en el que se acaba de destapar una importante trama de corrupción, algo muy presente en el relato.

El expreso de Tokio, con una intriga minuciosamente ensamblada, además de la combinación de elementos psicológicos, sociales y políticos, fue el comienzo de una nueva época en la novela negra japonesa. Hasta que su autor fue considerado uno de los principales escritores japoneses de novela negra, recibiendo alguno de los más prestigiosos premios literarios de su país.

En La chica de Kyushu no hay un crimen y luego llega la investigación. El hermano de Kiriko Yanagida, una joven humilde, ha sido acusado de asesinato y ella viaja desde la isla de Kyushu a Tokio para solicitar la ayuda del famoso abogado Kinzo Otsuka, que rechaza el caso porque no le va a reportar beneficio económico.

La chica de Kyushu no es solo una novela de misterio, sino que también describe y cuestiona la sociedad en la que está ambientada; Matsumoto se ocupa en este caso de las dificultades que tienen las personas con menos recursos para conseguir un juicio justo, desbaratando de que el mito de que la justicia es igual para todos. Es una historia sobre la injusticia, el poder y, finalmente y sobre todo, una historia donde se encarna la venganza.

A mi me ha enganchado la lectura de ambas novelas, me he divertido con ellas, quería saber cómo terminaban, y me han sorprendido algunos de su vericuetos, me ha resultado bien curioso la minuciosidad del relato. Me ha resultado pesado a veces las repeticiones, el volver a contar lo mismo, aunque sea desde otra perspectiva, me ha parecido consecuencia de un afán pedagógico para que el proceso fuera quedando suficientemente claro al lector menos entregado.

Matsumoto cumple en Japón, históricamente, el papel de Chandler o Hammet en Estados Unidos, el de sacar el búcaro de cristal de los salones al callejón. Lo hace con menos enjundia, con menos “aparato literario” que aquellos, con una literatura más elemental, más simple, pero igualmente atractiva.

Dos obras, El expreso de Tokio y La chica de Kyushu, que son una buena muestra de la pericia narrativa del autor, que siguen manteniendo una extraordinaria popularidad en su país, con continuas reediciones de sus obras y diversas adaptaciones al cine y la televisión. Ya son dos clásicos indiscutibles de la novela negra japonesa, no sólo por la sombría descripción de la convulsa sociedad japonesa de posguerra, sino también por sus retorcidas tramas criminales.

Nació en la ciudad de Kokura, en la isla meridional de Kyushu, donde se ambientan muchas de sus tramas. De origen humilde y formación autodidacta, empezó a trabajar como periodista en Asahi, uno de los periódicos más importantes de Japón. Comenzó a publicar cuando ya tenía más de cuarenta años, en 1951, pero su carrera literaria no despegó hasta su segundo libro, cuando recibió el premio Akutagawa por Historia del diario de Kokura. Llegó a publicar unas 450 obras a lo largo de su vida. No se limitó al género negro, también escribió novelas históricas, tratados de cultura japonesa e incluso adaptaciones al cine de sus libros. Sí, trabajó con Yoshitaro Nomura, el Alfred Hitckcock del renovado cine japonés de los sesenta y setenta, como guionista de algunas de sus películas, basadas en sus novelas, entre las que destaca El castillo de arena, una de las mejores y más exitosas películas policíacas de la historia del cine japonés, basada en un best-seller de  Matsumoto, con el tiempo devenida en película de culto. También El demonio, Stake Out y Zero Focus.

Vinculado a movimientos de izquierda radical desde su juventud y portavoz de sentimientos anti-norteamericanos y pacifistas tras el traumático final de la II Guerra Mundial, Matsumoto fue un severo crítico del Japón, ofreciendo un amargo y descarnado retrato de la sociedad. En su obra están presentes las tensiones entre las tradiciones niponas y las modas occidentales, los escándalos de corrupción política, los abusos de poder y las desigualdades sociales provocadas por el espectacular crecimiento económico nipón en la posguerra. Pero, pese al peso de la denuncia social que tanto se agradece, sus novelas son puro suspense adictivo, con complejas y alambicadas tramas que requieren para su resolución las dotes deductivas de un detective excepcional.

El creador del género «misterio social», «shakai misuterii», según la definición japonesa, comparado con Georges Simenon, creó  investigadores policiales con profundidad sicológica; que viven y trabajan angustiados por el sufrimiento ajeno y por sus propias dudas. Y criminales que responden a pasiones extremas como el odio, la codicia, los celos, la lujuria, las ansias de poder o la sed de venganza. Todo eso en estas dos joyas literarias llegadas del Oriente gracias a Libros del Asteroide

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