Antonio Mercero es, sobre todo y hasta ahora, guionista de televisión (Farmacia de guardia, Hospital Central, etc., también de cine (La vergüenza, Quince años y un día, etc.), y había publicado dos novelas: La cuarta muerte y La vida desatenta. Ahora inicia una serie de novela negra basándose en una protagonista especial: una comisaria transexual. Y la primera entrega no tiene desperdicio: El final del hombre, publicado en Alfaguara Negra.
“El hombre es tradición, pero el mundo es de las mujeres… al hombre sólo le queda ya hacerse a un lado y saludar el paso militar de las mujeres con una reverencia”.
“Lo que pasa es que representa el tipo de hombre que yo detesto. Él piensa que la mujer es un objeto sexual. Que todas estamos en el mundo para desafiar su poder de seducción y poner a prueba su virilidad. Ya está. La manera de hacerle feliz es no molestarle demasiado y estar disponible en sus urgencias sexuales. Para mí eso no es una pareja.”
“Para Sofía, esa mujer era la suma Sacerdotisa, como todas las mujeres que dejan atrás sus vidas por una quimera. Pierden la patria, los olores, las ricas salsas, al marido. Pero las anima la loca ilusión de un futuro mejor. El mundo es de las mujeres, pero no de todas.”
“¿Estaba viviendo la sociedad un cambio de paradigma? El mundo estaba lleno de mujeres que sufrían discriminaciones horribles por el simple hecho de ser mujeres. Un oleaje suave y tenaz erosionaba lentamente la mole… Pequeñas victorias que desmoralizaban a algunos hombres antiguados.”
Estas frases pertenecen a El final del hombre, la novela de Antonio Mercero en la que Carlos Luna se convierte en Sofía Luna, con los problemas que eso conlleva: la controvertida aceptación de su hijo, que a los 18 años se encuentra sin padre y con dos madres, de su jefe y de toda la Brigada de Homicidios de la policía judicial, puede que excepto su compañera Laura, que asimila despacio el cambio, pero lo hace con el cariño que la experiencia lo necesita y merece, los demás. La idea está basada en un hecho real: un policía inglés que se sometió a una operación de cambio de sexo y sufrió el rechazo de todo su entorno.
Y esa circunstancia permite al autor, como se ha visto, hablar del papel de la mujer en la actualidad. Un papel de combate, de resituar las cosas como han debido ser y todavía no lo son. Puede que le dé demasiada importancia al asunto, sobre todo si lo vemos en relación a la trama policial, pero no lo creo. Está bastante bien medido.
Porque lo que centra la novela de Mercero es la investigación de un asesinato. El de un joven, Jon, hijo de un famoso escritor de novelas históricas. A lo largo de las páginas de El final del hombre, hay un ir y venir de Sofía y los miembros de su equipo, a los distintos personajes que han girado en torno a la vida de Jon: su padre, puede que con un principio de Alzheimer, de su madre postiza. Las vecinas de al lado, entre las que está su novia y, tal vez, su verdadero amor. Una familia tocada por el drama: en un accidente de tráfico murieron dos de sus hijos, conducía el coche que provoca el incidente, parece ser, el mismo Jon, una familia que tiene un castillo. El profesor que hace el seguimiento del joven, el hermano del escritor famoso que es psiquiatra, su enfermera. Etc.
Todos esos personajes escondiendo sombras oscuras, desvelando sufrimientos, casi todos apareciendo como sospechosos del asesinato, y aunque no lo sean para la propia policía, si lo pueden llegar a ser a los ojos del lector, que también cuenta en todos los casos.
Es una buena novela, muy bien llevado el relato de la investigación, muy claro, contundente. Y perfectamente creíble la resolución sorprendente.
Y mientras, las luchas interiores de Sofía, y el rechazo exterior, por el que llega a recibir una paliza. He disfrutado con la lectura. Sofía Luna, en el inicio de lo que puede ser una serie de novelas negras.