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Hoy lloro por Radio Televisión Valenciana

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Hoy he llorado. De rabia y desconsuelo. Está siendo habitual que llore, debe ser que tengo la lágrima fácil, pero también que las actuaciones de nuestros actuales gobernantes me predisponen a la angustia, a la desmoralización, a la sensación de duelo.

He llorado porque han cerrado la Radio Televisión Valenciana, un medio público de comunicación, el único que además se hacía en valenciano, lo que es un elemento esencial para la defensa de esa lengua.

Yo no la veía, pero conociendo Telemadrid me resulta muy fácil imaginar cómo era, la programación que hacía, la desinformación y la manipulación informativa a la que se dedicaba. Pero no se trata de cerrar por ello RTVV, o de vender Telemadrid a un amigo. No se trata de continuar limitando la propiedad de la pequeña pantalla a los que pueden, a las empresas privadas que responden inexorablemente a una mentalidad conservadora y reaccionaria.

El asunto debiera consistir en defender los medios públicos, en hacerlos rentables (sí, rentables, no para que los directivos ganen millonadas, sino para que las plantillas sobrevivan y los medios sean los necesarios) y en que pelear con uñas y dientes, todos, para que cumplan con su labor, formativa, independiente, profesional, y no con la que el grupo gobernante correspondiente le interesa que cumpla.

Es cierto que los trabajadores de la televisión valenciana, como la de Madrid o la de cualquier otra autonomía, han conservado su puesto de trabajo (casi todos) a costa de tragar sapos y culebras, de asumir aquella desinformación y manipulación que citaba antes, de verse obligados a rehacer el sentido de la profesión convirtiéndose en dóciles correas de trasmisión del dictado de sus respectivos amos. Es verdad que los trabajadores de Telemadrid, los que se han comprometido, han planteado un montón de combates a lo largo de su trayectoria. Pero hay razones para que al llegar el final la gente diga: “Claro, ahora protestáis”.

Pero los que dicen eso: ¿cuánto tiempo llevan protestando, a cuántas manifestaciones han acudido, qué rebaja del sueldo o/y cambio horario han rechazado, qué subida de impuestos se han negado a acatar, a qué cambio de las condiciones y los derechos laborales se han rebelado, etc.? Y me refiero a “lo suyo”, a lo que les afecta directamente.

Es una dejación de la dignidad por parte de todos. Pero mira por donde, sabiendo cómo son las cosas, yo creo que los que tienen menos culpa, aunque la tengan, son los trabajadores de esas cadenas.

Los que tenemos la culpa somos todos, y a la cabeza, como siempre, los que se consideran la oposición, los sindicatos, los partidos. ¿Qué papel han jugado los consejeros puestos por partidos de la oposición y por sindicatos en los consejos de administración de los entes autonómicos? ¿El mismo que en las cajas de ahorro?

canal9¿Cómo se puede tener confianza en esas oposiciones, en esos sindicatos, cuando no están a la altura, ni han estado, del momento que vivimos, del acoso, vejación, venta y derrumbe de este sistema que creíamos democrático y no lo es?

Desde el gobierno se nos roba descaradamente lo que es nuestro, nuestras propiedades colectivas, se nos recorta en derechos y en libertades, para el que lo quiera ver se nos retrotrae al pasado, finalizando la transición para abandonarnos de nuevo en el franquismo; pero quien se presenta como alternativa y tal vez haya iniciado esta carrera de destrozos, de violaciones, y para los otros puntales de esta democracia, los otros partidos de izquierda, los sindicatos, continúan viviendo en el pasado, en sus comidas, en sus poltronas, con sus sueldos, con sus privilegios, tratando como mucho de luchar por sobrevivir.

Hoy lloro, como ayer por el antedecreto mordaza, porque este país me duele. Me duele entero, por esa derecha wertiana (sinónimo de opusdeiana, mentirosa, cínica y malvada, pura esencia franquista) y también por los que no nos ponemos de acuerdo, por los que siguen viviendo en el pasado pero se ofrecen como recambio, por los que parece que esto no va con ellos y se enclaustran en sus casas y en sus miserias, que son de verdad esa mayoría silenciosa que lo está permitiendo todo.

Sí, los trabajadores de la Radio Televisión Valenciana han tenido la culpa, y han despertado demasiado tarde, pero también la tenemos todos los demás, aunque algunos tienen mucha más culpa que otros.

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