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“Los amigos de Eddie Coyle”, los diálogos de Higgins

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De repente uno se encuentra con una obra importante, yo he descubierto una pieza esencial para entender el  desarrollo de la novela negra, especialmente en Estados Unidos, en las últimas cinco décadas. Me refiero a Los amigos de Eddie Coyle, una pequeña obra maestra del autor norteamericano George V. Higgins, que publicara ya hace algunos años Libros del Asteroide en España.

Higgins nació en Brockton (Massachusetts) en 1939. Practicó el periodismo y ejerció como fiscal y abogado, carrera que le permitió conocer de cerca los ambientes que trata en las novelas, y que compaginó con la de escritor y docente. Es más, durante siete años trabajó para el gobierno en la lucha contra el crimen organizado en la zona de Boston.

En 1970 publicó Los amigos de Eddie Coyle, que sería la primera de veintisiete novelas, y también la que le dio más fama y prestigio. En 1973 fue adaptada al cine por Peter Yates con Robert Mitchum en el papel de Eddie Coyle. Entre sus otras novelas destacan The Digger’s Game (1973), Mátalos suavemente (1974), también adaptada al cine por Andrew Dominik con Brad Pitt como protagonista, La rata en llamas (1981) y The Agent (1999).

Murió en 1999.

Construye Higgins Los amigos de Eddie Coyle de manera muy dinámica, contundentemente directa. Con un relato de tiempos simultáneos a lo largo de unos pocos días: una banda de atracadores de bancos, el propietario de un bar que es asesino a sueldo en sus ratos libres, un duro policía y un segundo chivato oculto que, en cierto modo, tiene en sus manos el destino de Coyle. Esto para contar que en Boston, a finales de los sesenta, cuando las actividades de la mafia y los Panteras Negras son dos de las cuestiones que más preocupan a la policía, un delincuente de poca monta se enfrenta a una condena de tres años por contrabando y, a punto de celebrarse el juicio, acepta delatar a otros delincuentes con los que se relaciona, de entregarle a un pez gordo, a cambio de un trato favorable. Ello mientras continúa sus actividades, convertido en proveedor de armas para una banda de atracadores.

Esta novela se alimenta de maestros fundadores como Dashiell Hammett o Ross MacDonald y está muy bien considerada por el mundo de la novela negra, incluso para algunos representa una cima que transformó el género. Por ejemplo, para Dennis Lehane, prologuista en la versión española, “nadie, antes ni después, ha escrito algo tan escabroso, divertido o poderosamente auténtico” como esta novela de Higgins. Elmore Leonard dijo que era “la mejor novela negra de todos los tiempos y que a su lado El halcón maltés parecía un juego de niños”. John Grisham: “Cualquier aspirante a novelista, no solo el que quiera escribir thrillers, debería espabilar y leer a Higgins”. O Norman Mailer: “Qué diálogos… Lo que no deja de asombrarme es que una primera novela tan buena la haya escrito un policía”.

La escritura es precisa y como un puñetazo directo al cuerpo, como el despliegue de brazos de un buen peso welter a lo largo de un combate estelar. Nitidez, prosa económica… pero lo que hace de esta novela sea un verdadero un hito es el manejo de los diálogos, que dejan al lector literalmente anonadado. Diálogos irrepetibles, perfectamente construidos a través de los que se cuenta la trama, sin paliativos.

Historia de asedios y soledades y dolor y miedo, con un título lleno de ironía porque lo único que no hay es amistad, esta novela es un hecho singular porque ni su autor fue capaz de repetir semejante proeza. Una vez escrita, ni él mismo podía imitarla. Es una pieza magistral y única.

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