Hay novelas que son correctas, que están bien escritas, que tienen interés, pero que algo no va contigo. Es una cuestión subjetiva, eso es el gusto, te gustan o no te gusta, y sucede por alguna razón, o tal vez porque sí, incluso porque la has leído en un mal momento. Con estas dos novelas me ha sucedido algo parecido.
Maldad se presentaba atractiva, original. Partía del hecho de que no conocemos realmente a nuestros compañeros o compañeras de trabajo.
El punto de partida es el despido de una jefa del departamento de una empresa, y su sustitución por otra persona, también mujer, que llega con aires autoritarios, con el encargo de hacer una remodelación; es decir, de despedir a parte del equipo.
Entonces nos va presentando a los distintos personajes, o empleados, nos va mostrando el carácter dominante e insensible de la nueva jefa, las relaciones entre unos y otros. Pero sucede que cuando había leído ya cien páginas, la autora, Tammy Cohen, escritora nigeriana que nunca se había traducido en España, todavía no había dado ningún paso para meterme en algún tipo de intriga. Toda la tensión la tenía que poner yo como lector.
No niego que sea una buena novela, estoy diciendo que yo me cansé de esperar a que me atrapara de verdad una intriga. Página tras página esperaba que me diera pistas que lo que podía esconderse en el futuro inmediato. Algo más que esa descripción y el ir conociendo las tensiones entre los personajes y de ellos por sí mismos.
Así que dejé de leer. Aunque estoy convencido de que va a tener muchos más lectores que otras obras de autores que me gustan mucho más y que recomiendo más encarecidamente.
Algo parecido me ha pasado con El asesino del acantilado, aunque por razones bien diferentes.
Esta novela de Antonio Manzanera es un espléndido thriller que me ha entretenido, y es recomendable. Pero hay un reproche que es en lo que quiero centrar mi comentario.
No parece haberlo publicado un escritor murciano nacido en 1974. Es una intriga de interés, de acción, muy, pero que muy norteamericana, ambientada en Los Ángeles de 1984, con unos personajes y unos oficios muy de allí. ¿O no es de allí un taxista que se dedica a recoger a los presos que son puestos en libertad, porque salen de una prisión por la que ni siquiera pasan los autobuses?
De verdad, está muy bien escrita y muy tramada, pero a mí me ha quedado el regustillo de pedirle que, con esa capacidad, escoja ambientes e historias más cercanas. Y eso porque me parece que los autores de novela negra en todas sus variantes, son quienes más tienen que reflejar y criticar la sociedad en la que viven
No tengo nada porque haya hecho esta, o porque su manera de escribir le sitúe en la de los habituales autores norteamericanos. Yo mismo escribí, a partir de un guion de Óscar Plasencia, Cosecha negra, un thriller situado en Senegal, con una trama sacada del mundo de las grandes empresas afincadas en territorio africano, del mundo del petróleo, etc. Era una idea que me venía de fuera. Pero a mí me gusta, aprecio más quienes se ocupan de lo cercano, de lo que nos rodea, aunque bien cierto es que Estados Unidos nos rodea absolutamente.
En cualquier caso, como ocurre con Maldad, la novela de Manzanera es bien distraída, bien escrita y se merece todos los lectores que seguro va a conseguir. Ni siquiera falla como la otra en una intriga que mantiene desde el principio. Pero yo he dicho lo que me parecía.
El asesino del acantilado creo que ya está en la calle, y Maldad se publica a primeros de septiembre, ambas publicadas por Ediciones B.