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Memoria de unos ojos pintados, la primera novela de Lluís Llach

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Memoria de unos ojos pintados. Lluís Llach. Seix Barral, Barcelona 2012.

 Alguien le cuenta una historia a quien llama director, mediante una serie de grabaciones. Es el presente narrativo que va a dar pie a un ejercicio de memoria para recordar el pasado. En esas sesiones, cuenta su historia y la de unos amigos del barrio de la Barceloneta. Esa es la estructura elegida por el autor para contarnos una tierna y dramática historia ambientada alrededor de la guerra civil española, una historia de amor y muerte, que contiene de manera privilegiada una relación amante entre dos amigos.

El autor de la novela es un artista catalán muy conocido, Lluís Llach, que se atreve a hacer una valiente e inteligente novela, que por primera vez incursiona otro territorio creador diferente a aquel en el que ha aportado tantas obras geniales, o tiernas, o igualmente valientes. Y lo ha hecho de una manera espléndida. Ha escrito una historia basada, esencialmente, además de en sus propias vivencias y recuerdos de cosas que escuchaba a sus mayores, en el relato de dos mujeres que a lo largo de los años él les ha ido escuchando el desgranar episodios de sus vidas y de la Barcelona de aquellos años, Presentació Sendra y Maria Grau, o cuanto menos sus narraciones han ayudado a Llach ofrecer la cotidianeidad y el verismo que su obra muestra.

Que el protagonista se llame Germinal es una prueba del carácter anarquista que imperaba entonces en la Barceloneta, y que está muy presente en la novela. Desde el principio el padre de Germinal está involucrado en las luchas sindicales, como luego lo estará en la defensa de Barcelona y, luego en el frente de guerra, en la batalla del Ebro.

Pero si el trasfondo histórico tiene una enorme importancia, del mismo modo la tiene la relación del protagonista con David, su Amigo Amado. Dos de los cuatro amigos que nacen al mismo tiempo y que se pertenecen hasta que las circunstancias van forzándoles a separaciones dolorosas. En esa pandilla de los cuatro es como descubren, ven y asimilan el mundo que se va a abriendo ante sus ojos. El sexo, la tensión social, el proceso iniciático del adolescente que se va incorporando a la vida adulta.

Es esa historia entre dos hombres el eje central de la novela, y con la que lloramos. Porque la novela sobre todo es un paseo por la ternura, un viaje a la humanidad, masacrada por la violencia, por la guerra, por la sinrazón. Hasta el llanto, en el punto donde la vida se tropieza con la barbarie.

Es una linda novela de un artista al que le conocíamos su ternura en el escenario, en sus canciones, en sus letras, pero que se estrena magistralmente con el juego de las palabras que conforman una importante obra en prosa.

Dos pinceladas de su texto:

Por ejemplo, refiriéndose al bienio negro de la República, dice: «Y de pronto, cuando la luz comenzaba a ganar nuevos espacios, volvían al poder las derechas más cavernosas, y con una sed de venganza feroz. Los malnacidos pensaban que cada una de las libertades conseguidas era un robo al patrimonio que e poder absoluto les había conferido durante tantos siglos, y no sólo con respecto a los bienes y derechos. el espíritu, la moral social, las normas de convivencia… Todos estos ámbitos también les pertenecían, y hay que decir que la Iglesia católica desató una cruenta batalla, dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.»

«Nunca, aún hoy, he escuchado la voz de los fascistas que gobernaron España durante cuarenta años gracias a la sangre de aquella guerra pidiendo perdón por su responsabilidad en tantas masacres. Nunca. Ni tampoco he escuchado ningún acto de contrición a los católicos, ni alguna revisión crítica a los comunistas, ni a los republicanos de uno u otro signo, que fueron protagonistas, a menudo muy destacados, de maldades increíbles. No seré yo quien responsabilice ahora a los míos, a los libertarios, de todo lo que ocurrió. Durante más de sesenta años han convertido el movimiento anarquista en un grandioso vertedero en el cual todos, todos los actores de aquel tiempo, han lanzado y escondido su propia basura.»

 

Memoria de unos ojos pintados. Lluís Llach. Seix Barral, Barcelona 2012.

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