Andas sumido en preocupaciones existenciales, semanas en las que te cuesta concentrarte en la lectura, sin encontrar el camino que te saque del marasmo. Entonces pillas la última novela de Bertrand Minier, Noche, y te atrapa hasta el punto que te inmoviliza en su historia, devolviéndote el gusto por la lectura y la pasión por lo negro y criminal. Eso es lo que consiguen las buenas novelas. Publicada por Black Salamandra.
Uno de los muchos autores que en este momento están en el primer nivel en novela negra, en novela criminal, en novela policíaca, y de los que muchos he ido comentado aquí: John Connoly, Benjamín Black, Leonardo Padura, Antonio Manzini, Ian Manook, Jean Harper, Pierre Lemaitre, Deon Meyer, Emmanuel Grand, Petros Márkaris, Fred Vargas… Sí, Minier es de los grandes. Y su personaje, el comandante Martin Servaz, de la policía judicial de Touluse, alguien que no puedes dejar de conocer.
Minier vuelve a crear una trama y un ambiente que clava al mejor thriller psicológico (ya lo comentaba con su anterior novela, No apagues la luz). Noche es la cuarta pieza del ciclo, y vuelve a ser sensacional.
El trabajo y la vida del policía se entienden en su lucha, en su pugna con un criminal verdaderamente maquiavélico, bestial: Julian Hirtmann, antiguo fiscal del tribunal de Ginebra. Se ha creado una ligazón entre ellos que permite bucear en las relaciones entre el bien y el mal, que confunde las dos morales, rompiendo sus límites y fronteras, que provoca un juego de superación rocambolesca.
Tienen que producirse el homicidio de una joven en una iglesia en el norte de Noruega, que conduce a una plataforma petrolífera del mar del Norte, para que Hirtmann reaparezca como un torbellino mortal en la vida del francés. Una sacudida integral que, además, contiene algunas sorpresas inauditas. La policía noruega que investiga aquel caso, Kirsten Nigaard, busca a Servaz para trabajar juntos en la búsqueda y detención del más maligno de todos los miserables.
Ese es el detonante, sin embargo, el eje del relato realmente lo protagoniza un chaval del que no está claro quién sea el padre. Sobre él gira toda la segunda y última parte del relato.
Noche es un duelo entre los dos personajes. Un duelo en el que no caben las reglas, donde no hay padrinos, de ahí que Servaz tenga que afrontarlo solo, incluso perseguido por los suyos. Un duelo en el que se juegan bastante más que la vida, se juegan el pasado, su propia historia y desde luego el futuro, si acaso existe.
Es una noche de invierno, de las que atenazan de frío y miedo. Llena de emociones, de sorpresas, de meandros insospechados.
Un nuevo relato para enmarcar con materiales preciosos. De nuevo una prosa vertiginosa, intensísima; de nuevo un paralelo magistralmente entreverado, que pone en tensión toda la sensibilidad del lector. Espectacular. De nuevo tienes en las manos una novela asombrosa, perfectamente diseñada y febrilmente inquietante. De nuevo es crucial tener en cuenta que nada es lo que parece, algo que el lector lo sabe en toda su plenitud solo al final, cuando ya no hay más remedio que cerrar el libro para continuar pensando en sus escenas, en su trama, semanas después de haberlo terminado
Recordemos que Bernard Minier nació en Béziers en 1960 y pasó su infancia en Montréjeau, al pie de los Pirineos, enclave en el que ha ambientado parcialmente sus libros. Realizó estudios de Medicina y trabajó para el Servicio de Aduanas de su país antes de volcarse en la escritura y convertirse en una de las grandes figuras del nuevo thriller psicológico francés. Un autor que ha conseguido un notable éxito de ventas en su país y en muchas otras latitudes con la serie de Servaz.
Noche no es sólo recomendable, es indispensable. Anhelamos más, ya nos falta adrenalina.