Aprecio al autor que intenta piruetas literarias para desarrollar una idea o para afrontar la historia que quiere contar. Lo que ha intentado Lemaitre era muy complicado, y le ha salido bastante bien. También me gusta que lo policíaco tenga más que ver con la literatura sin encasillar que con el género. Sin renunciar al género, por supuesto, que es donde me siento mejor, sobre todo como lector.
Tres días y una vida me ha interesado hasta el final. Y sobre todo me ha dejado ese regusto que dejan los vinos buenos, que se queda para siempre.
Pierre Lemaitre tiene un Goncourt por su anterior novela, Nos vemos allá arriba, gran éxito de ventas al parecer. E igualmente cuenta con una exitosa serie policial protagonizada por Camille Verhoeven.
Lo que nos cuenta el autor francés es una vida en tres momentos, una vida marcada por el comienzo, por las consecuencias íntimas de un ataque de furia que sufre el protagonista, un niño entonces, Antoine Courtin. Un momento envuelto por un crimen que señala un mundo de temores, incertidumbres y peligros, y que no termina nunca de estar presente en el adulto, que tiene que vivir con la amenaza de aquel recuerdo. Lo que nos cuenta Lemaitre es, esencialmente, la formación de una determinada personalidad, a raíz de un suceso terrible
La desaparición del niño se convierte en fiesta nacional como si hubiera llegado el circo al pueblo: policías, buceadores, periodistas… La misa del gallo forma parte de las celebraciones, aunque sean celebraciones por la pena, con la amargura de saber desaparecido a un niño. Porque se trata de un pueblo pequeño y apacible, Beauval, donde habitan unos habitantes que juegan con una cordialidad que pudiera ser falsa, con una violencia contenida en sus comentarios, en sus ambiguos gestos, en su, finalmente, insidia cotidiana. Su madre, el otro niño al que Antoine teme, personajes normales, incluso insignificantes. Lo que cuenta es lo que pasa dentro de una persona, siendo niño, y luego.
Tres días y una vida no es una novela policial al uso, ni mucho menos, aunque su atmósfera es propia del género negro, y existe la investigación de la desaparición del niño, porque no ha aparecido su cuerpo. Con giro final propio del autor. No es como las otras obras de Lemaitre en lo que respecta a la violencia habitual, a su ritmo, pero sí en el estilo directo, franco, sin grasa ni recodos. Y hay aquí mucho más de reflexión, de análisis psicológico que en las otras, sobre todo que en las de su Camille Verhoeven, comandante de la Brigada Criminal de la Policía de París.
Tres días y una vida es una novela de suspense, un cuento criminal. De esos que te meten la tensión con sencillez, tranquilamente, para que no te des cuenta. Pero luego, al cabo de los días, te das cuenta de que la historia te ha penetrado, salpicándote su fina llovizna de tensión, con delicadeza, con inteligencia, con emoción.
Parece un tanto insustancial cuando la estás leyendo, quizás, pero luego no tienes más remedio que rendirte a lo que ha sido capaz de conseguir Pierre Lemaitre con una historia aparentemente insustancial. Y es muy denso.
Editada por Salamandra.
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