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Una jam session de cantautores en Libertad 8, con Andrés Sudon al frente

Si alguien hubiera entrado en Libertad la tarde del martes 11 de abril sin saber lo que allí estaba previsto que pasara, se habría sorprendido bastante (cuanto menos). Había una jam session de cantautores ¡UNA JAM SESSION DE CANTAUTORES!, organizada por Andrés Sudón, que las sabe liar parda, y además nunca está solo. La misma sensación a cuando entras en una taberna irlandesa (de las de verdad, de las de Irlanda) o a algunas inglesas (creo que sobre todo del norte del país), y te la encuentras llena de gente tocando instrumentos que se apoyan y complementan unos a otros, que entre todos están haciendo un concierto plurilingual y multiinstrumentista, y que luego canta uno, y luego otra, y aquello es un jolgorio perfectamente espontáneo y musicado.

Una treintena de artistas se repartían por las mesas, entre un público interesado y especialmente atento, que a duras penas había conseguido una plaza. Y si el invento llegaba de la mano del Micro Abierto de Andrés, en esa ocasión no sólo se trataba de que los que se apuntaban fueran pasando, sino que el resto de los presentes pudieran hacer coros, improvisar acompañamientos de guitarra, de piano, etc. Sonaban punteos creativos, y percusiones, y coros. Todos se hacían uno con cada actuación que se producía. Alguien también recita, y rápidamente se le inventan fondos apropiados, y siempre más de uno, muchos que no se molestan, que se respetan, que se complementan.

Andrés Sudón rompió el hielo y luego Carlos Angola, Ángel Calvo, Víctor Pérez, Francisco Molina, Tesito, Marta y Nico, Marta Arteaga, Juan Fernández Fernández, Marta Plumilla, Víctor Pérez, Alejandro Roura, Emmanuel, Ángel Cabo, Natalia Vega, Fernando Bárcena…

Artistas maduros, artistas que empiezan, otros apuntan maneras, hay quien seguramente se quedará en el terreno amateur, gente mayor que no se resiste al deseo de comenzar, profesionales aunque se hayan subido pocas veces a un escenario, los veteranos que ya no tienen nada que demostrar…

Ni siquiera dio tiempo a que todos los que acudieron a la llamada pudieran exponer su quehacer porque la fiesta tenía un punto final inexcusable.

Hubo una euforia contagiosa que recorría las mesas del local, que cabalgaba de aplauso en aplauso, que se alzaba con las sonrisas, con las risas, con el entusiasmo de estar haciendo algo inédito, capitaneados por un barbudo enamorado de lo que hace. Porque se estaba haciendo algo especial que seguramente nadie lo había hecho en España.

Si había diferentes preferencias, distintos niveles de calidad, obras para gustos dispares, cada intervención era recibida con todo el calor de la simpatía y de la colaboración.

Fue un encuentro de cantautores, una fiesta de gente inquieta ligada por la canción de autor, por la canción inti que tanto defiende Andrés. Fue una suma de interrogantes de sueños en marcha. Respeto, cariño ante cada uno del montón de artistas que se subieron al escenario. Jamás la industria les hará caso porque está cegada por el dinero, será complicado que asomen más allá de los circuitos íntimos, que parecen clandestinos, al margen de la sociedad; no habrá espacios para ellos en los medios de comunicación, ni en las televisiones. Pero con días como el que narro, seguirán siendo felices habiendo decidido ser uno con sus poemas, con sus guitarras, con sus canciones.

Y para ser una primera vez, salió de manera espléndida, y los presentes se fueron yendo, satisfechos, con la petición de que se repitiera con toda la frecuencia posible. Así se consolida un colectivo al que tanta falta le hace un poco de atención… porque se lo merece, porque su esfuerzo es nuestro gozo.

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