Andrés Peláez era, y ha seguido siéndolo mucho tiempo, el responsable del Museo Nacional del Teatro, en Almagro, Ciudad Real, una localidad preciosa, con esa plaza mayor diseñada por los holandeses en medio de La Mancha.
Supongo que fue a través suyo que se intentaba satisfacer un deseo del alcalde de entonces: crear algún sitio hostelero que estuviera de acorde con el ambiente teatral que se montaba durante el verano, y que ese alguien fuera de Madrid y conociera el ambiente.
Así fue como montamos un Elígeme en Almagro, un verano. Una terraza que tendría igualmente actuaciones en directo.
Pero la cosa no fue fácil, sobre todo porque los de allí la tomaron con nosotros por ir a quitarles el pan de la boca, y tuvimos incluso una amenaza de bomba.
Además, tan lejos y algo pequeño, aunque mono, no era nada rentable. Hicimos alguna actuación, por ejemplo nos llevamos a Krahe, y todo se acabó antes de que se acabara el verano.
Lo mejor fueron los viajes en moto con Pedro. Pedro y su moto. Lo peor no haberse afincado en una localidad en la que no me hubiera costado mucho terminar viviendo.