Expliqué públicamente que hacíamos la asociación cultural Kali Panoa para defender nuestra casa. A los amigos y amigas que nos ayudaron a partir de nuestra llamada de auxilio, les queríamos devolver el favor haciendo algo que tanto Chus como yo conocíamos bien: organizando para ellos conciertos, teatro, magia, cine, etc., que disfrutar entre amigos, de cerca.
Sin embargo, aprovechamos para involucrar a más amigos y amigas, y ser fieles a los estatutos de la asociación, es decir: fomentar y defender la cultura y la naturaleza con espíritu ciudadano, de ahí nuestros tres signos de identidad.
El nombre, elegido por Chus, alma y motor esencial de la asociación, está compuesto por dos términos náhuatl, que significan pasad y casa, más o menos. Así que el sentido de acogida que hemos querido dar a la asociación es más que evidente.
A mí, además, me ha servido para reencontrarme con el universo de los cantautores, con viejos amigos a los que he seguido queriendo y siendo fiel, en la ilusión de que todos terminen pasando por aquí, por casa, o por teatros que consigamos concertar.
Dado que vivimos en un pueblo, donde está bastante generalizada la envidia y la ruindad, hay gente que nos rodea que no comparte nuestra manera de entender la vida, rica en expresiones culturales y artísticas, que además buscan torpedear el proyecto, a pesar del mimo con el que lo hacemos y el rigor para no molestar a nadie más allá de lo razonable. Gritan, así que cabalgamos, que es lo que nos hemos propuesto.