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Cinco asesinatos de mujeres. Violencia de género.

Ayer mi compañera, sacudida por el drama de los últimos asesinatos de mujeres, esas cinco en los primeros pocos días del año, escribió lo que me propongo transcribir aquí porque, por su contenido, merece la pena que se difunda más allá de sus amigos y seres más cercanos. También para que sienta que estoy a su lado, a pesar de ser hombre y saber que yo he sido educado de una manera determinada, que por ello en mi construcción mental caben cosas que no deben caber. Hasta que todos los hombres (y todas las mujeres) no asumamos nuestros errores, no comprendamos lo terrible de nuestros comportamientos, y la manera hasta cruel en que nos relacionamos, repitiendo roles desfasados (sobre todo en la vida cotidiana) que son los que conducen a esos actos criminales que salen en los medios, no podrá decirse que somos una sociedad civilizada. Esto nos afecta a todos y a todas por igual y de forma radical.

Dice Chus:

“Si tuviera que hacer una encuesta sobre machismo y violencia, en lugar de preguntar a las mujeres si alguna vez se han sentido acosadas, preguntaría cuántas veces han sido acosadas; en lugar de preguntar si alguna vez se han sentido violentadas, preguntaría cuántas veces han sido violentadas. No preguntaría si han tenido que cruzar de acera o buscar refugio ante un plasta perseguidor, no, preguntaría cuántas veces han tenido que hacerlo. No preguntaría si curraron más y mejor para alcanzar una meta, sino cuántas veces el premio se lo llevó el macho alfa con la mitad de esfuerzo.
Yo, como cualquier amiga con la que he hablado de esto, como la mayoría de las mujeres que conozco, he sido acosada en la calle y en el curro, violentada, he tenido que buscar refugio.
La primera vez que alguien me metió mano fue un adulto, amigo y vecino de un familiar. Me llevó a su casa a ver el bonito belén que montaba cada año. Yo tenía ocho años y me sentí tremendamente sucia ¡y culpable! Fui capaz de decírselo a mi tía, que me pidió silencio para que mi tío no se liara a hostias y así poder continuar la vida vecinal, como si nada. A mis once o doce, una pandilla de machotes me agarró el columpio desde atrás y se cebaron mientras mis primas corrían a avisar a los mayores. Hubo más y peor, me libré por los pelos de dos situaciones graves, pero no entro en más detalles.
Tampoco voy a extenderme sobre el desafío laboral, ni sobre las babas que en el curro, de cuando en cuando, me tenía que sacudir de encima llena de asco y desprecio.
Lo terrible es que todo esto era absolutamente normal y socialmente aceptado como algo inevitable. Más terrible aún: ese punto de duda si eras capaz de contarlo. ¿Se lo habrá buscado, habrá dado alas esta chica?
No hablaré de los ojos que no quieren ver en la prostitución una forma habitual de esclavitud. No hablaré de las consecuencias físicas y psicológicas de que se asuma hasta con simpatía el hecho de que el hombre busque compañía fresca fuera de casa y se lamente de su rutinaria suerte mientras la mujer, agotada, cuida los hijos y los trastos a la espera inútil de que las cosas cambien algún día.
La gran mayoría, dentro o fuera del ámbito doméstico, hemos sufrido la violencia de la testosterona sin neurona desde que nos empezaron a despuntar las tetas.
Me harta bastante que sigamos mezclando en tantos ámbitos la igualdad entre géneros con la violencia de género, que sigamos poniendo en entredicho que la mujer ha sido y es objeto de abusos psicológicos, físicos, sociales y laborales. Así es que me parece mejor que bien que las mujeres hagan hoy lo que se les ponga en la punta la nariz para denunciar que no, que no, que no somos iguales.
Hay malas mujeres como hay malos hombres. Parece obvio, pero no, no lo es. A ver si entendemos que nada tiene que ver la lucha de género con la lucha entre géneros, ni los desencuentros y la falta de entendimiento entre dos personas con la pelea por conquistar lo que a estas alturas tendría que estar más que normalizado. Y como este tema me duele a borbotones, me voy a callar ya mismo y a guardar cinco minutos de silencio por las cinco mujeres asesinadas en lo que va de año”.

Entiendo tan bien su profundo dolor, que yo quiero firmar también estas palabras y voy a seguir peleando contra tantos mensajes inculcados por mis padres, mis amigos, la sociedad que me ha rodeado, construyendo mi personalidad, con fallas, recovecos miserables y grandezas. Porque ya tiene que nacer ese mundo nuevo que brote de nosotros mismos, y si nosotros no cambiamos… mal asunto. Gracias, Chus.

5 comentarios en «Cinco asesinatos de mujeres. Violencia de género.»

  1. Habéis tocado un tema que hacía mucha falta tocar. Así, con sinceridad.La amarga realidad de las mujeres en el trabajo y en el hogar. Es hora de que todos notemos la similitud y la diferencia. Mujeres y hombres. Distintos físicamente, pero iguales en derechos y obligaciones. No apoyo a la mujer que arruina la vida de un hombre tras la separación. Ni al hombre que se vale del miedo de ella para que le deje el sacrificio de toda una vida por «evitar juicios» o por miedo. El matrimonio no es sólo amor, es una sociedad que si no funciona, se disuelve. Nadie obliga a nadie a construirla. Nadie se debe a nadie.Sin rencores,miedos, venganzas ni reproches.El miedo de una madre no beneficia en nada a la formación y fortaleza de los hijos.El conformismo de un hombre, tampoco. Ya sé que se pasa mal, pero hay que afrontar la separación en su justo desenlace. Sin miedos, sin abusos, sin venganzas. y sobre todo, que el Estado facilite de nuevo refugio. ¡Casas de acogida, ya!

    1. Hola Victor. Kaixo Chús:

      Os felicito en serio. Dices, Chus «…Y como este tema me duele a borbotones, me voy a callar ya mismo y a guardar cinco minutos de silencio por las cinco mujeres asesinadas en lo que va de año”. Me sumo. voy a pedir que se sumen a tu silencio y el nuestro, en la página de facebook, a las las 15:54 h para que este grito mudo, coincida y termine con las campanadas de Puerta del Sol. Os quiero bién.

  2. Marisa Sánchez de Andrés.

    Gracias.
    Estoy de acuerdo en todo lo expuesto.Chus es difícil respirar ante la situación social que siguen viviendo
    Las mujeres en el mundo que vivimos.Creo que hay que reaccionar,pero como la Sra Kent tengo mis dudas ante
    la implicación de mujeres y hombres de nuestro entorno.Educar y crear conciencia lleva tiempo y se nos está acabando.
    Gracias Victor por acordarte de la mitad de la población mundial.En época de guerra,exclusión y precariedad toda la población sufre,pero las mujeres más.Un abrazo, Marisa.

  3. Muchas veces, la mujer debe enfrentar situaciones de peligro y dificultades legales, economicas y sociales. Por estos motivos, el apoyo, el acompanamiento, la orientacion y la terapia son factores importantes en los procesos que debe seguir una mujer victima de violencia.

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